Con la aprobación de la nueva ley del cine en España adoptando una perspectiva más proteccionista, a lo que habría que preguntarse si realmente estamos protegiendo nuestra cultura o la estamos enterrando, se ha suscitado un gran debate alrededor del cine, también como consecuencia de los números catastróficos del año 2008 cuando las subvenciones superaban al dinero recaudado.
Para abordar el tema vamos a hacer un pequeño análisis de la situación española en cuanto a las subvenciones y una visión a otros países con diferentes sistemas de financiación. De esta manera, veremos como Francia, en la cumbre del cine europeo, tienen un sistema más proteccionista pero con un cine que lo merece.
Explicaremos que en los Estados Unidos (Hollywood) hay una total liberalización del mercado y su nula intervención estatal mediante las subvenciones. Por el contrario, Argentina si que tiene una serie de subsidios aunque muy por debajo de España.
Argentina se ha convertido en un refugio para los cineastas independientes. Si bien el Oscar ganado este año por el veterano Juan José Campanella por “El secreto de sus ojos” ha servido para consolidar la reputación del cine argentino en todo el mundo, el talento de sus directores no es un secreto en el circuito independiente, ni fuera de él en algunos casos.
El apoyo gubernamental a la industria cinematográfica, grande y pequeña, ha contribuido en gran medida al éxito del cine argentino. Buena parte de las subvenciones que se conceden provienen de los impuestos que pagan los productores de televisiones comerciales y las salas de cine que son propiedad de compañías extranjeras. Pese a todo el peso financiero no es grande, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina (INCAA), organismo oficial encargado de impulsar las prácticas cinematográficas de diversas índoles, ha invertido en 2009 un total de 40 millones de pesos (alrededor de 7,5 millones de euros) en créditos, un número escaso para la avidez de todo el aparato productivo cinematográfico.
El ingreso a la caja se da en parte por subsidios, derechos de difusión de televisión, difusión (participación en festivales) y concursos, entre otros. Además, el instituto recibe el 10% del valor de las entradas de los cines del país y el 10% de la venta o alquiler de películas de video. El apoyo gubernamental a la industria cinematográfica, grande y pequeña, ha contribuido en gran medida al éxito del cine argentino.
En la industria hollywoodiensehay un concepto clave: no es arte o creatividad, sino retorno de la inversión. La industria cinematográfica estadounidense está en las antípodas del modelo proteccionista español y europeo. Aquí el cine es un negocio para ganar dinero. El que quiere ser artista debe buscar financiación sin ayudas públicas para dar rienda suelta a su creatividad.
El Gobierno estadounidense no aporta ni un solo centavo público a la producción cinematográfica autóctona, al contrario que pasa con Europa. El único alivio que reciben los productores proviene de los Gobiernos locales en forma de rebajas impositivas. Al menos una treintena de Estados ofrecen deducciones fiscales a los estudios a cambio de que rueden en una determinada localidad o de que cuenten con profesionales locales en la producción.
Sin embargo, esta pequeña ayuda no ha impedido que, sobre todo con la llegada de la crisis y la dificultad para encontrar financiación, muchas producciones emigren a Canadá o algunos países de Europa en busca de un mejor trato económico, lo que ha provocado un fenómeno bautizado como “producción a la fuga”.
Francia vive el mejor momento del cine europeo actualmente, ya no sólo por la cantidad de films exhibidos si no por la calidad y variedad de estos. Es el país en el que las ayudas nacionales son más importantes. Según el informe del Observatorio Europeo del Audiovisual, en 2002 representaban cerca de del 40% del total de ayudas disponibles en Europa, directamente relacionado con la cuota de pantalla en los cines de la que nunca baja del 34% y en 2008 alcanzó el 45% por encima del cine norteamericano.
El organismo encargado de la financiación es el Centro Nacional de Cinematografía (CNC), el organismo independiente encargado de gestionar las ayudas y encontrar fondos para financiar proyectos. Por sus arcas pasan más de 530 millones de euros, aunque sólo la mitad proviene del erario público. El resto llega de una tasa que las cadenas de televisión tienen que pagar para poder emitir películas en el prime time, o de la tasa que tienen que pagar las salas de cine al CNC, que se lleva el 11,5% del importe de cada entrada de cine, sea nacional o no. De esta manera toda persona que acude al cine financia indirectamente el cine nacional.
El sistema francés es el más proteccionista frente al liberalismo americano y cuenta con un complicado sistema de ayudas selectivas (por ingresos de taquilla, apoyo a creación de guiones…), pero sin ninguna duda esta favoreciendo que la cuota de mercado no sea totalmente de las películas norteamericanas.